jueves, 4 de septiembre de 2008


He leído, ya no leo: Porque aunque muchos piensen que en septiembre (y en octubre) nos dedicamos a contemplar cómo se termina el verano (como sí hace, con cierta tristeza, la tortuga Andrea), la realidad es que tenemos que trabajar. Por tanto, se ha terminado el tiempo de la lectura y comienza el tiempo de la reflexión. Y como veo que algunos visitan esta página y sólo saludan (aunque lean mucho) escribiré algo para se animen...

Lo primero: ¿Qué he leído? Si me hubiera ido de vacaciones a las llanuras y montañas del mítico pueblo (Espinar, lará, lará), quizás me hubiera llevado otros libros: Pero el mar es el mar:

Cuatro Conrad, cuatro:

Tifón, (en Alianza), La línea de sombra (en Cátedra), El coparticipe secreto (Atalanta), El negro del “Narcissus” (Valdemar)

Y un sobrero, de Jack London: Cuentos de los mares del sur

La primera pregunta que me hago es por qué me gustan los libros de barcos, tempestades, capitanes valientes y cosas así...

Primera respuesta: porque no los entiendo. No sé por qué, es un placer leer palabras que no se sabe muy bien qué significan: jarcia, botavara, barlovento, trinquete, mesana, castillo de proa... Da igual, aunque mire un diccionario o las ilustraciones de una útil enciclopedia, la verdad es que se nos escapan muchas cosas de la lectura (el que haya estado en un barco de vela –de los que salen en los libros- que levante la mano). Creo que ni el que hizo el glorioso servicio militar en la armada... pero bueno, primera idea: el lenguaje. Requiere esfuerzo, imaginación, tensión. La literatura puede crear mundos diferentes: en este caso, también son mundos de lenguaje diferente (otro día hablamos de comportamientos, mundos cerrados, etc.). Pero –lo primero es lo primero, y la literatura se hace con palabras- saludemos al lenguaje marinero. Y esto me lleva a un libro fundamental en todo esto, El espejo del mar, (de Conrad, claro): memorias, recuerdos, reflexiones, etc. acerca del mar y de sus días como marino, y en el que habla de ese lenguaje técnico...

Otro día sigo, pero recomiendo esos libros de Conrad, aunque siempre pasa lo mismo: o una tempestad o una calma terrible... De Jack London (y otros) ya hablaremos, pero son inevitables las comparaciones: no es lo mismo sufrir un huracán escrito por Conrad que un huracán escrito por Jack London.

1 comentario:

tortuga andrea dijo...

No sé, creo que lo que ha escrito éste explica muchas cosas. Por ejemplo, que le guste Star Treck. Porque lo mismo le da leer “orzar a babor” que “pantallas deflectoras de plasma” o “torpedos de protones”. Total, el caso es no enterarse...