sábado, 18 de junio de 2011

Todavía Austen: ¿Por qué la danza? (Austen III)

Volvemos a Mansfield Park. Y a la danza. Hay muchas escenas de danza en las novelas de Jane Austen. Pero es necesario, en primer lugar, explicar el por qué de esa presencia. Respuesta evidente: hay danza social porque la danza era el lugar y el momento para el desarrollo de las relaciones personales. Y la danza social tenía una finalidad definida: la búsqueda de una pareja. En el baile más famoso y elegante de Londres (el Almack’s) sólo se admitía a los jóvenes solteros durante dos temporadas: se consideraba tiempo suficiente para que el joven encontrara pareja. Después de ese tiempo no se permitía su acceso al baile: había demostrado su vocación hacia la soltería.

En las novelas de Austen, la danza -su tiempo, su espacio- no es, tan sólo, la obligada descripción de una práctica social. La danza es algo más: Un microcosmos, un ejemplo -a pequeña escala, descriptible y controlable- de la sociedad y de las relaciones que en ella se establecen. Un microcosmos delimitado, organizado por unas reglas estrictas que todos deben conocer. El estudio de los personajes, de sus relaciones en el baile, de su actitud, sus silencios, sus palabras, sus movimientos, sus miradas… nos ofrece -paradójicamente- el acceso a su mundo interior.

El mundo no es como un baile en el salón del balneario de Bath. Pero un baile sí es el reflejo -un espejo- del mundo y sus relaciones. Y un espacio / tiempo en el que los protagonistas deben relevar lo mejor y lo peor de sí mismos. En el baile no se pueden esconder los afectos, los odios, los miedos. En la danza los personajes se descubren a sí mismos, o descubrimos en ellos (aunque ellos no lo sepan) hacia dónde -o hacia quien- se dirigen. Los bailes tienen unas reglas. Unas reglas que sus participantes deben conocer y respetar. Su vivencia y comportamiento dentro de ese marco -estricto y reducido- nos ofrece su verdadero ser.

Austen reduce la complejidad de las relaciones sociales -inabarcables en su totalidad- a un momento controlado: cualquier movimiento dentro o fuera de las reglas impuestas tiene un significado. Tan sólo hay que saber “leer” el comportamiento de los personajes durante el baile. Esa lectura, en ocasiones, la realizan otros personajes, aquellos que no bailan. También puede dejar que el lector interprete lo que ha sucedido en la danza.

¿Qué elementos se “leen” en la danza? ¿Cómo se relacionan los diferentes “actores”: aquellos que bailan, los que miran, los que quieren bailar y no pueden, los que se niegan a bailar, los que son, tan sólo (¿tan sólo?) espectadores? ¿Por qué un momento “físico” se constituye como el centro de las relaciones sociales y personales en una cultura que rehuye el contacto de los cuerpos?

Pues para otro día.

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